De Atardeceres
Hacía mucho tiempo que no fumaba cigarros de menta.
Y cuando volví a sentir ese sabor a noches de verano observé detenidamente al sol que se perdía entre los edificios y el cielo purpura y pensé en algunos cuantos que tal vez hacían lo mismo pero desde otras persepectivas.
¡Flash!
Y evidentemente pensé en ti. Ti, que palabra más rara... que palabra más desconocida.
Decidí perderme entre esas calles tan llenas de nostalgia.
El pulso como era de esperar, peor que nunca.
Y la angustia carcomiéndome el pecho.
Pero correr siempre ha sido mi anestesia. Y siempre ha estado al alcanze
de mis
pies
Sentado en la berma, esperando absolutamente nada pensé largamente en los autos que se dirigían por la carretera hacia el oeste y en que si en ese preciso instante yo pudiera tocar el mar también tocaría el sol. Porque cuando el cielo ve al mar siempre termina confundiéndose. Sobretodo en días invernales... como el de ayer.
Cuando caminaba durante la noche oscura deleintándome con la sinfonías del agua por las canaletas.
Y tratando de acordarme de la palabra tú.
Palabra que ciertamente no recuerdo donde la dejé. Seguramente olvidada entre aquel montón de inviernos reales.
Ol-vi-da-da
No sabía si ponerme a reir o a llorar.
La menta siempre me ha emborrachado y... olvidar.